jueves, 23 de agosto de 2018

El Hogar Maldito



Era un hombre joven de unos 25 años, corpulento, que vivía en su mundo que era el único lugar donde nadie lo molestaba. Tenía dos amigos con lo que se veía de vez en cuando por culpa de algunos problemas en los que se había metido en el pasado. Su nombre era Carlos.

Carlos vivía con sus dos padres, una hermana que era como un demonio y su abuela que lo quería bastante. Todos los días lo levantaban a las 7:00 am para ir a buscar trabajo y comenzar su rutina, desayunar, ducharse y salir a esperar que sucediera un milagro para que sus padres lo dejaran de molestar. 

Un día como cualquier otro, Carlos se levanta temprano y comienza la misma rutina, pero esta vez sucedió algo distinto. En medio de la parada del autobús notó algo raro en un bus que se acercaba, era un vehículo rojo sangre sin chofer ni matricula. Rápidamente le pregunta a los otros transeúntes si estaban viendo lo mismo que él, esperando una repuesta afirmativa recibió todo lo contrario, ninguna de las otras personas podían ver el autobús rojo sangre. 

Carlos vuelve la mirada hacia el autobús y nota que se estaba subiendo una mancha negra con forma de persona, pero con un rostro irreconocible. Pasaron los días y se encontraba la misma persona de rostro irreconocible en todos lados, se estaba volviendo loco. 

Días después se encontró de nuevo en la misma parada de autobús, pero estaba completamente solo, sin nadie a su alrededor. Se le aparece de nuevo la misma situación, el autobús rojo sangre esta vez conducido por el personaje que tanto lo había estado atormentando; se detiene justo en frente de él y le abre las puertas. Carlos, obstinado y sin ánimos de seguir soportando lo mismo, parado en la acera le grita preguntando: ¿Quién demonios eres tú? ¿Qué quieres de mí? A lo que le responde el chofer: “He venido a llevarte a un lugar, ya es el momento”. Carlos se quedó paralizado y completamente asustado; siente que una fuerza inexplicable hace que se suba al autobús y al subir el primer escalón se cierran inmediatamente las puertas. 

Pasaron seis días de su desaparición, su familia lo estaba buscando por todos lados como locos y de repente tocan el timbre. Rápidamente su padre abre la puerta y nota que hay solo un bolso frente a él, lo abre y era el cuerpo de Carlos con varias marcas en los brazos. En el pecho se podía observar que salía una carta de él que decía: “Ahora estoy descansando en otro lugar que no es su maldito hogar”.

6 comentarios:

  1. Una experiencia que marcaría a los padres de por vida, madre mía!

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  2. Madre mía que tortura para los padres

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  3. pobre muchacho madre mía vaya final mas cruel, y los padres menuda tortura encontrar a su hijo así y con ese mensaje..

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  4. ahí pobre chico, lo que no entiendo es porque solo él veía el autobús

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  5. Pobre chico, que muerte mas siniestra

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