Te levantas una mañana, una mañana cualquiera, un día normal, miras a tu izquierda y te encuentras con ese lado de la cama vacío, cuando debería estar ocupado por alguien. Digo debería porque cada día él estaba allí. Ocupando ese lado de la cama, cada noche y cada mañana. Él, tu único amor, ese amor al que nunca podrías olvidar. Si lo pensabas, no sabías cómo podrías pasar página, cómo podrías cerrar un capítulo de tu vida sin él y empezar un nuevo capítulo sola. Últimamente tus amigas no parecía que estuvieran viviendo la mejor época con el tema del amor. Parecía que el universo te estaba enviando señales de lo que iba a ocurrirte. Y cuando te ocurrió, todos esos estupendos consejos se fueron.
En tu cuerpo ha reinado ese sentimiento tan odioso, una mezcla de tristeza, de sentirte mal contigo misma y no saber qué hacer, cuando solo deseas que todo vuelva a ser como antes o simplemente que no haya dolor. Pero sabes que ni una cosa ni otra van a ocurrir, que la parte de tu cerebelo que aún está serena te dice que con el tiempo todo se cura, que las heridas sanan. Pero tú no tienes suficiente paciencia para esperar todo ese tiempo, no te sientes ni con ganas ni con fuerzas. Cuando una mañana cualquiera te levantas y ves que no está ahí, en el lado izquierdo de la cama, te das cuenta de que va muy en serio, que todo esto se va hacer eterno, pero que va a tener que ser así, el túnel va a ser tan largo, aunque la luz se vea tan lejana. No dura para siempre una tormenta, el sol siempre acaba saliendo, eso te dices a ti misma. Quién mejor que tú misma.
Pero no te gusta esa sensación de impotencia que reina en ti por la noche. Todo aquello que habíais construido y por lo que luchasteis se desvaneció, se esfumó, de la noche a la mañana no existía nada, solo un sentimiento de tristeza.
Pasa el tiempo y ves que vas mejorando, pero aún no has pasado página, te has habituado a tu nueva vida, te has acostumbrado.
A día de hoy no puedo acabar de escribir el final del proceso ya que estoy en la fase de haberme habituado a mi nueva vida. Mi cabeza se ha hecho fuerte, mi corazón frío. Aunque aún siente cuando ve el lado izquierdo de la cama vacío, o cuando ve por la calle a la persona que debería ocuparlo. Sé que necesito más tiempo, quizás para las uvas ya estará curado, pero solo quizás. Y, aunque sé que no debería estar pensando en cómo será el futuro y vivir el presente, sigo intentando controlar mi vida, esa vida que ahora mismo está descontrolada.
Y todo porque el lado izquierdo de la cama está vacío. Pero puedo estar tranquila, algún día ese lado volverá a estar ocupado, por ahora debo ser fuerte y conseguir superar esta soledad y el dolor de mi corazón, guardar el recuerdo. Algún día volveré a sentir algo tan bonito, y volveré a sentirme arropada por las sabanas.