jueves, 1 de febrero de 2018

CUPIDO


Tenemos a Cupido como uno de los símbolos de San Valentín, su apariencia es la de un niño con alas que porta un arco con flechas y que a veces lleva vendados sus ojos como un signo que indica la ceguera del amor.
Cupido era para los romanos el dios del amor, hijo de Marte, dios de la guerra, y de Venus. Cupido ayudaba a Venus, llevando el gran poder del amor hacia los mortales, disponía de dos tipos de flechas, doradas con plumas de paloma que causaban un enamoramiento instantáneo y unas flechas de plomo con plumas de búho, que causaban indiferencia. Los dioses le hacían peticiones para interferir en la vida de ciertos mortales y Cupido, en ocasiones se negaba, causándoles contrariedades y dificultades.
Iba pasando el tiempo y Cupido aunque algo rebelde, realizaba sus misiones, mientras que a Venus le comenzaba a inquietar el hecho de que no creciera, debido a lo cual consultó al Oráculo de Temis, cuya respuesta fue: el amor no puede crecer sin pasión. Sólo cuando Venus tuvo a su hijo Anteros, dios de la pasión, entendió lo que había querido decirle el oráculo, pues cuando estaban juntos Cupido crecía pero al separarse volvía a ser un niño.
Se cuenta que en la tierra vivía una bellísima mortal, la princesa Psique (Alma), quien no conseguía tener marido pues ningún hombre se veía digno de ella. El padre de la muchacha trató de encontrar el amor de su hija por medio del Oráculo de Delfos, el cual predijo que el futuro marido que el destino había dispuesto para ella, sería una terrible serpiente alada de gran poder.
La belleza de Psique provocaba enormes celos en Venus, por lo que mandó a Cupido hasta el precipicio donde estaba en esos momentos la princesa para hacer que cayera enamorada del más horrendo y despreciable de los hombres. Cupido no pudo cumplir con este cometido pues nada más verla se enamoró de ella y creció hasta transformarse en un joven hermoso. El dios del amor la llevó a un castillo escondido donde la hizo su esposa, pero le prohibió mirarlo pues ella tan solo era una mortal.
Psique no tenía ningún miedo cuando le tenía cerca, sentía la dulzura de su voz aunque no pudiera verlo. Sin embargo, un día sus hermanas la convencieron para dejar de cumplir la prohibición y miró a su esposo.
Tristemente, Cupido, castigó este comportamiento dejando a su esposa mientras le decía: el amor no puede vivir sin confianza.
Desterrada del castillo, la princesa trató de buscar en cualquier rincón del mundo a su amado sufriendo los retos y peligros que Venus ponía en su camino.
Tanto luchó Psique por recuperar su amor perdido y tal era su arrepentimiento que conmovió a los dioses, quienes la convirtieron en diosa para que pudiera unirse a su marido, que finalmente la perdonó.
 El final fue feliz, pues después de todos los desafíos, retos y obstáculos se llevó a cabo la unión del Amor y el Alma.

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